Saturday, June 14, 2008

En las orillas de Mercurio

Si hay algo que recuerdo bien de los tiempos en los que estudiaba a los, entonces nueve, planetas del Sistema Solar, es la paradoja de Mercurio.
De todos los planetas, es sin duda el más cercano al Sol. Sin embargo, a pesar de la proximidad asfixiante a la fuente de calor más grande del Sistema, tiene unos inviernos escalofriantemente fríos. Para ponerlo en simple, en una cara te sancochas, y en la otra te congelas…

Volviendo a nuestro querido planeta azul, al hemisferio norte para ser más exactos, la página del reporte meteorológico se empeña en convencerme de que, quizás, Mercurio no esta tan lejos como aparenta. Veamos. Sábado, 25°C. Domingo, 26°C. Lunes, 22°C. Y sin ir muy lejos hacia atrás, el viernes de la semana pasada fue 31°C. Con una adorable sensación térmica de 41. Obviamente esto no es muy sorpresivo, después de todo estamos en medio del verano boreal. Las cosas se tornan interesantes, sin embargo, cuando se compara esa misma sensación térmica de 41°C con las temperaturas del tristemente célebre invierno boreal. Si tenemos en cuenta que 0°C es cálido en invierno… y que lo común son los valores en negativo, llegando a -20°C, o incluso a -30°C… creo que no es necesario continuar…

Gracias al cielo aún estamos en junio. No paro de ser receptora de bromas y advertencias por parte de mis abnegados compañeros, dispuestos a hacerme comprender que el invierno canadiense es una experiencia única, más que extrema, y completamente dispensable, salvo que planees estudiar aquí tres años, como yo. Mientras tanto, la gente anda en short y sandalias, patines o bicicletas, haciendo uso de los meses en los que no deben usar cinco capas de ropa al día. No hay que viajar miles de años luz para descubrir la paradoja de Mercurio. Estoy descubriendo, día a día, que al venir aquí me he mudado a sus orillas.