Saturday, November 7, 2009

Korean Comedy.

[La frase para referirse a las telenovelas coreanas en inglés, es “Korean dramas”. La modificación del título será bastante obvia al terminar de leer.]


[Foto de "Escalera al Cielo", una novela coreana que a más de uno le resultará familiar.]

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Siempre hay alguien entrando o saliendo de un ascensor.

14299. Biblioteca, catorceavo piso. Oficina de EASSU, la unión estudiantil de mi carrera (o una de mis). Son las 5:26, y tengo que partir dentro de poco. Mi próxima clase es del otro lado de Queen’s Park, cruzando el campus. Me tomará diez minutos llegar hasta allá. Pero aún son las 5:27, y tengo al menos otros diez minutos de paz e inmovilidad en el sillón de la oficina.

Mi turno dura dos horas, de 4 a 6 de la tarde. Todos los miembros del comité debemos hacer dos horas de turno a la semana. Y todos nos las arreglamos para tomar turnos de dos horas seguidas, para tener que hacerlas sólo un día a la semana. Siempre llego al mío antes de tiempo. Toco la puerta y me encuentro con Liz, aún en su turno, sentada en el escritorio, de buen humor, lista para bromear sobre el chico rubio de rizos y anteojos del ascensor del día de las elecciones. En mi primera visita a la oficina, lo primero que atinó a decirme es que hacíamos buena pareja, el y yo. El, una persona que habré visto a lo mucho cuatro veces en mi vida, y yo. Al menos algo en común tenemos. El chino.

Nos conocimos el año pasado, hacia finales de noviembre. Fue el día del concurso de diálogos. En chino mandarín. Como la humilde estudiante de primer año que era, estaba hecha un manojo de nervios. Pero al menos estaba segura de haber memorizado toda mi parte. Lo cual no fue muy traumático, teniendo en cuenta que yo escribí la mayoría. El era en ese entonces un estudiante de segundo año, pero su pronunciación se distinguía, intachable. No hablamos sino hasta después de haber actuado, intercambiando un par de frases respecto al idioma que aprender. Luego, un par de meses después, lo encontré entrando a clase cuando yo salía. No lo volví a ver sino hasta esa tarde en el ascensor, cuando nos reconocimos al tiempo que caminábamos al salón de la reunión general de EASSU. Esa tarde, Liz y yo nos convertimos en miembros, ella como secretaria, yo como coordinadora de delegados. A las dos semanas, ya nos encontrábamos en la oficina, cuando me preguntó si recordaba al chico del ascensor. Asentí. Cuando dijo que haríamos buena pareja sólo me pude reír. No sólo porque no lo conozco ni remotamente lo suficiente como para decir algo así, sino porque no había manera de llegar a conocerlo. No está en ninguna de mis clases.

Lo que Liz no sabe, es que sí se como encontrarlo. Si quisiera.

Los viernes, la Asociación de Estudiantes Chinos (sí, estamos llenos de uniones, organizaciones y asociaciones) junta gente que busca practicar su chino o mejorar su inglés. No tengo clases los viernes, pero decidí darme una vuelta. El estaba ahí, es uno de los coordinadores del programa. También un par de amigos más. Fuimos todos a cenar al Barrio Chino al terminar. Su chino sigue siendo igual de impecable, es menor que yo, y detesta el bossa nova. Por más buena persona que sea, casi lo odié sólo por decir eso. Liz aún no sabe nada de los eventos recientes. Inspirada por las telenovelas coreanas que le gustan tanto, tiene planeado hablarle en la clase que llevan juntos y decirle, como a mí, que haríamos buena pareja. Lo que es yo, disfrutaré ver como se van dando las cosas desde el sillón, mientras ayudo a coordinar todos los eventos que se vienen. Tengo la certeza de que esta situación da para muchas risas…
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[Y aquí, más acorde con el título, una parodia genial de Mad TV, la primera de 4 partes. Enjoy!]

Monday, August 17, 2009

Para un día de aquellos...




[Para dos personas que se encuentran en el regimiento del Sgt. Pepper's Lonely Heart Club Band. Los quiero mucho. S.]


Mira, las cosas todas pasan por algo, por más que suene a cliché. Que es difícil entenderlas, que duelen, que dejan heridas más hondas que las profundidades del mismo mar, eso no te lo niega nadie. Pero al poco tiempo, o no tan poco, vas a darte cuenta que no es solo que las cosas pasan por algo, sino que también pasan y se van, y aunque no lo creas ahora porque siguen latiendo en el fondo de tu cabeza, se marcharán antes que notes que partían. Así son las cosas del corazón, las puñaladas arden desde adentro, pero si tienes fuerzas suficientes para levantarte, entonces también las tendrás para curarte.

Dicen que para escribir de algo hay que conocerlo. Cuando se trata de un dolor de estos, sin embargo, es mejor haber estado en ambos extremos. En su momento, agonicé por tres semanas de silencio; se acercaba una ruptura inevitable. Fueron las lágrimas más amargas que había llorado por amor. En su momento, también, fui yo la que tuvo que desconectar a alguien del life support system que son la ilusión y la esperanza: esas lágrimas fueron aún más amargas por ser consciente del dolor que estaba causando. Un dolor que aún me causa remordimientos y que aún me deja pensando en esas tardes sin sol pero sin nubes, de contemplación en pleno. Así que puedo decir que no soy una experta en todo el tema, pero las experiencias diametralmente opuestas te dan una visión un poco más completa de las cosas, y permiten otorgar consejos más útiles. Y no hay nada más certero que un consejo que no pediste.

Antes, sin pensarlo mucho, habría sugerido, trata de no pensar. Nada más complicado. Las cosas no se van así de buenas a primeras, por más que uno quiera. El proceso de dejar algo atrás, en definitiva, es arduo y largo. Pero es un proceso, es decir, no es imposible lograrlo. La clave es darle a las cosas el lugar y la importancia que tuvieron, sin mezquinar nada. Si pones un recuerdo importantísimo en una cajita enana, no va a caber; si pones uno pequeño en un baúl, estas desperdiciando espacio. Es una metáfora un tanto extraña, pero si encuentras la caja correcta, estás listo para continuar. Cuando lo logres, dejarás de pensar tanto. Y así, de a pocos se avanza. Sin rencores, sin amarguras. Atesora todo lo bueno, porque es parte de ti. Y aprende de lo malo, porque te ayudará a crecer. Y vive. No dejes que ningún recuerdo te consuma, y aprovecha de vivir, concentrarte en tus metas, aprender algo nuevo, que sé yo, desde instrumentos hasta idiomas, pasando por todo lo que haya en el medio. Tómate el tiempo para explorar el mundo con la experiencia que has adquirido. Porque, como dice otra frase que suena a cliché, el tiempo lo cura todo. Salvo la muerte, por supuesto. Pero si estás leyendo estas líneas, me parece que tienes la oportunidad de construir tu felicidad del modo que más te convenga, como más te guste, y con quien quieras (o no) hacerlo.

Desde este lado de la pantalla, cuentas con todo mi apoyo.

Tuesday, June 2, 2009

May showers bring more flowers…

El mes que acaba de concluir se hizo notar dejando a su paso una ciudad empapada. Mayo, aquí, significa no sólo primavera, sino la cantidad de lluvia necesaria como para que ésta, mediante sus vegetales manifestaciones, haga su aparición. Y teniendo en cuenta la ferocidad de los inviernos cuasi-polares que son típicos de estas latitudes, dicha cantidad es exorbitante. Por algo la existencia de proverbios como el título que me animé a empeñar en esta ocasión, no sólo por ser atinado, sino porque la última semana tuvo precipitaciones comparables a las de la selva amazónica que alguna vez tuve a bien visitar.

Es uno de esos casos típicos de “no hay mal que por bien no venga”, como tantos otros refranes en tantos otros idiomas.

Lo que sí es impresionante es la rapidez con la que la ciudad reverdece. El paso de los troncos secos a los árboles cargados de vida nueva. Verde. Todo verde. Los parques, las calles, los brotes que crecen entre las rendijas del pavimento. Es difícil imaginar eso luego de veintiún años en el país lleno de siempre verdes que es el mío, que adoro, pero el contraste tan brutal es lo que le da el encanto.


Entretanto, me he convertido en la madre de dos adorables geranios que están en su apogeo. Tuve que pasarlos a macetas, crecen tan rápido…

Esta humilde paginita ya lleva 2 años y poco más de un mes de existencia. Hablando de lo rápido que pasa el tiempo. Todo lo que puede pasar en dos años, es impresionante cómo la vida va dibujando caminos tan distintos, a veces extraños, usualmente con cierta sabiduría implícita. Me doy perfecta cuenta de que estoy en ánimo contemplativo, pero hay que entenderme después de tanto contemplar esta primavera y la vida que llega con ella. A ver si al menos junio llega con menos agua.

Wednesday, April 15, 2009

In Bloom

Una mañana hace un par de semanas, el jardín de mi casa se vio envuelto por completo en un manto inmaculadamente blanco. Demonios, pensé, estamos en abril y ahora esto.

Aurora, a unos 45 minutos de Toronto cuando el tránsito no esta muy pesado, recibe por lo general bastante más nieve que el resto de la ciudad por encontrarse más al norte: en estas latitudes cada metro cuenta. Y no me disgusta la nieve, a pesar de todas las predicciones pesimistas de que acabaría odiándola en cuestión de un invierno. Lo que me disgustó fue el destiempo nauseabundo con el que hizo su última aparición, con algo de suerte la última de la temporada. Cualquiera pensaría que una vez entrada la primavera, es cuestión de empacar las botas de nieve y desempolvar las casacas más ligeras. Ni por asomo. La única certeza aquí es que con la nieve nunca se sabe. Y yo lo sabía. Solo que no pensé que fuera a ocurrir. Sobretodo con el todo el tiempo que tomó que se derritiera toda la nieve del invierno.

La noche anterior a la nevada, sin embargo, encontré con la primavera un nuevo objeto de mi afecto a quien proporcionarle todo mi cariño. Está aquí a mi lado mientras dibujo torpemente estos pensamientos con el teclado, y sonríe imperceptiblemente con cada uno de sus incipientes dieciocho… capullos. Sucedió que durante una rutinaria visita al supermercado, pasamos por la sección de jardinería, repleta de flores. Entre los adorables tulipanes, narcisos y las imponentes orquídeas, encontré… geranios. Diminutos. Recordé Lima, llena de ellos, y recordé también que si permanecen dentro de casa durante el invierno, seguirán floreciendo. No lo dude ni un momento y tomé con cuidado el que esta ahora en mi ventana apenas vi los capullos. Ahora el primero de ellos esta empezando a florecer lentamente, el carmesí de sus pétalos completamente visible, acompañando al junco unicornio que aviva mi cuarto desde el invierno.


Ya llevo en estas latitudes casi un año, y es la segunda primavera que me toca observar. Luego del invierno, el comentario de que “las primaveras aquí son más frías que los inviernos en casa” se va desdibujando: en casa no hay inviernos. Pero el invierno mismo se desdibuja ante el recuerdo de mayo, junio, julio y agosto, los meses maravillosos en los que esta ciudad florece bajo el sol, los que observaron mis primeros pasos en esta ciudad, a veces torpes, a veces tropiezos con todo el rigor de la palabra, pero por sobre todo zancadas animosas llenas de novedad. Aquí viene de nuevo la luz que florece. Yo y mi geranio estamos listos, esperando que llegue sin más nieve de por medio.

Sunday, April 5, 2009

Y si manda el marinero?

A veces, cuando parece que se anda sin rumbo, una tonada familiar puede servir de guía.

La promesa: nunca olvidar, nunca olvidar...


[Con el crudo en las bodegas volveré a buscar todo el tiempo vivido que hemos perdido sin protestar. Voy a probar primero al olvido, a lo ajeno. Voy a pasar a retiro de un tiro el culpable de mi soledad. No sé que quiero, pero sé lo que no quiero. Sé lo que no quiero, y no lo puedo evitar. Puedo seguir escapando y aún lo estoy pensando, lo estoy pensando pero estoy cansado de pensar. El marinero del río no tiene calor ni frío. La ciudad no tiene puerto y se siente muy vacío. Últimamente ha perdido su capacidad de sorpresa: en un vaso de cerveza caliente fue que se la olvidó. Quiero elegir del mapa un lugar sin nombre a donde ir: será el lugar donde viva lo que quede por vivir. Por eso de cada viaje me traigo el equipaje perdido; por eso es que he decidido nunca olvidar, nunca olvidar. No sé que quiero, pero sé lo que no quiero. Sé lo que no quiero, y no lo puedo evitar. Puedo seguir escapando y aún lo estoy pensando, lo estoy pensando pero estoy cansado de pensar. No sé lo que tengo pero sé lo que no tengo; sé lo que no tengo porque no lo puedo comprar. Puedo seguir cantando pero sigo esperando, sigo esperando pero estoy cansado de esperar. No sé que quiero, pero sé lo que no quiero. Sé lo que no quiero, y no lo puedo evitar. Puedo seguir escapando y aún lo estoy pensando, lo estoy pensando pero estoy cansado de pensar.]

Saturday, April 4, 2009

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Me traicionaron mis pasos
y las aves de escarcha, migratorias
y torpes. Y efímeras, por sobre todo. Me llamaron
al viento, al constante vaivén de la rueda del cambio,
a ver nacer lo nuevo. No hubo preguntas; no habría
respuestas. Mas con el tiempo no fue el vértigo
en la garganta lo que me hizo notar
lo que faltaba, ni su suspiro
a viva voz, ni el escalofrío de mis ojos. Fue no sentir
mis latidos lo que me dijo
que había pagado el viaje con el corazón
como peaje.

Sin deshacer mis pasos sigo mi curso como las aves. Y con las aves, como yo, de escarcha.