Monday, August 17, 2009

Para un día de aquellos...




[Para dos personas que se encuentran en el regimiento del Sgt. Pepper's Lonely Heart Club Band. Los quiero mucho. S.]


Mira, las cosas todas pasan por algo, por más que suene a cliché. Que es difícil entenderlas, que duelen, que dejan heridas más hondas que las profundidades del mismo mar, eso no te lo niega nadie. Pero al poco tiempo, o no tan poco, vas a darte cuenta que no es solo que las cosas pasan por algo, sino que también pasan y se van, y aunque no lo creas ahora porque siguen latiendo en el fondo de tu cabeza, se marcharán antes que notes que partían. Así son las cosas del corazón, las puñaladas arden desde adentro, pero si tienes fuerzas suficientes para levantarte, entonces también las tendrás para curarte.

Dicen que para escribir de algo hay que conocerlo. Cuando se trata de un dolor de estos, sin embargo, es mejor haber estado en ambos extremos. En su momento, agonicé por tres semanas de silencio; se acercaba una ruptura inevitable. Fueron las lágrimas más amargas que había llorado por amor. En su momento, también, fui yo la que tuvo que desconectar a alguien del life support system que son la ilusión y la esperanza: esas lágrimas fueron aún más amargas por ser consciente del dolor que estaba causando. Un dolor que aún me causa remordimientos y que aún me deja pensando en esas tardes sin sol pero sin nubes, de contemplación en pleno. Así que puedo decir que no soy una experta en todo el tema, pero las experiencias diametralmente opuestas te dan una visión un poco más completa de las cosas, y permiten otorgar consejos más útiles. Y no hay nada más certero que un consejo que no pediste.

Antes, sin pensarlo mucho, habría sugerido, trata de no pensar. Nada más complicado. Las cosas no se van así de buenas a primeras, por más que uno quiera. El proceso de dejar algo atrás, en definitiva, es arduo y largo. Pero es un proceso, es decir, no es imposible lograrlo. La clave es darle a las cosas el lugar y la importancia que tuvieron, sin mezquinar nada. Si pones un recuerdo importantísimo en una cajita enana, no va a caber; si pones uno pequeño en un baúl, estas desperdiciando espacio. Es una metáfora un tanto extraña, pero si encuentras la caja correcta, estás listo para continuar. Cuando lo logres, dejarás de pensar tanto. Y así, de a pocos se avanza. Sin rencores, sin amarguras. Atesora todo lo bueno, porque es parte de ti. Y aprende de lo malo, porque te ayudará a crecer. Y vive. No dejes que ningún recuerdo te consuma, y aprovecha de vivir, concentrarte en tus metas, aprender algo nuevo, que sé yo, desde instrumentos hasta idiomas, pasando por todo lo que haya en el medio. Tómate el tiempo para explorar el mundo con la experiencia que has adquirido. Porque, como dice otra frase que suena a cliché, el tiempo lo cura todo. Salvo la muerte, por supuesto. Pero si estás leyendo estas líneas, me parece que tienes la oportunidad de construir tu felicidad del modo que más te convenga, como más te guste, y con quien quieras (o no) hacerlo.

Desde este lado de la pantalla, cuentas con todo mi apoyo.