Tuesday, June 2, 2009

May showers bring more flowers…

El mes que acaba de concluir se hizo notar dejando a su paso una ciudad empapada. Mayo, aquí, significa no sólo primavera, sino la cantidad de lluvia necesaria como para que ésta, mediante sus vegetales manifestaciones, haga su aparición. Y teniendo en cuenta la ferocidad de los inviernos cuasi-polares que son típicos de estas latitudes, dicha cantidad es exorbitante. Por algo la existencia de proverbios como el título que me animé a empeñar en esta ocasión, no sólo por ser atinado, sino porque la última semana tuvo precipitaciones comparables a las de la selva amazónica que alguna vez tuve a bien visitar.

Es uno de esos casos típicos de “no hay mal que por bien no venga”, como tantos otros refranes en tantos otros idiomas.

Lo que sí es impresionante es la rapidez con la que la ciudad reverdece. El paso de los troncos secos a los árboles cargados de vida nueva. Verde. Todo verde. Los parques, las calles, los brotes que crecen entre las rendijas del pavimento. Es difícil imaginar eso luego de veintiún años en el país lleno de siempre verdes que es el mío, que adoro, pero el contraste tan brutal es lo que le da el encanto.


Entretanto, me he convertido en la madre de dos adorables geranios que están en su apogeo. Tuve que pasarlos a macetas, crecen tan rápido…

Esta humilde paginita ya lleva 2 años y poco más de un mes de existencia. Hablando de lo rápido que pasa el tiempo. Todo lo que puede pasar en dos años, es impresionante cómo la vida va dibujando caminos tan distintos, a veces extraños, usualmente con cierta sabiduría implícita. Me doy perfecta cuenta de que estoy en ánimo contemplativo, pero hay que entenderme después de tanto contemplar esta primavera y la vida que llega con ella. A ver si al menos junio llega con menos agua.